En la antigüedad, la obsidiana era muy valorada gracias a que permite crear puntas muy afiladas y herramientas de corte, además también era usada como amuleto de sanación.
Las culturas mesoamericanas pulían la obsidiana para hacer espejos, ya que presenta un brillo muy especial y reflectante, actualmente la obsidiana se usa en la elaboración de joyería y en la fabricación de hojas de corte para cirugías.
Había la creencia que, a causa de su semejanza con algunos órganos como el riñón o el hígado, los guijarros de río de obsidiana tenían el poder de curar dichas partes del cuerpo.
Debido a su apariencia, es común pensar que la obsidiana es un mineral, sin embargo, geológicamente se clasifica como una roca ígnea extrusiva y también pertenece al grupo de las rocas volcánicas; esto es debido a que se forma por el enfriamiento brusco de material que ha sido expulsado durante una erupción volcánica muy explosiva.
La roca volcánica de obsidiana se compone principalmente de sílice, sin embargo, debido a su formación muy brusca el sílice no conforma una estructura atómica ordenada, es así que, también se considera como un mineraloide, los mineraloides son sólidos inorgánicos pero que no tienen una estructura atómica ordenada, por tanto, la piedra de obsidiana también se la conoce como vidrio volcánico.
La obsidiana se considera una potente piedra de crecimiento personal y transformación, como piedra negra es usada para la protección, la limpieza y la purificación.
Está relacionada con el 1º chakra, con la madre tierra, y representa la integración de la luz en el mundo terrenal, de manera consciente y dinámica.
En suma, podemos concluir que la obsidiana, por sus peculiares características físicas y formas estéticas, sigue siendo un material utilitario y atractivo, tal como lo fue para las diversas culturas que habitaron nuestro país en tiempos pretéritos, cuando era considerada el mítico espejo, escudo generador y poseedor de las imágenes que reflejaba.